miércoles, 11 de enero de 2012
"Tres sombreros de copa" de Mihura. Para 4º
VIDA Y OBRA
Nacido en Madrid, en 1905, aquí murió, en 1977. Es uno de los más
destacados autores teatrales españoles del siglo XX. Sus comienzos
literarios y artísticos fueron como articulista y dibujante, con colaboraciones
en diversos diarios y revistas: La Voz, El Sol, Buen Humor, Gutiérrez,
Muchas gracias y otros. Él mismo contará:
Yo empecé con caricaturas de teatro, de los estrenos, en Informaciones
(tendría dieciséis años...); Artemio Precioso, el novelista, me contrató para
aquel periódico galante que se llamó Muchas Gracias; hice dibujos para La
novela de hoy; entré en Buen Humor, cuando su última época, donde
colaboraban Jardiel Poncela, Edgar Neville, Tono, López Rubio, Ernesto
Polo...; en ese período, fundaba K-Hito Gutiérrez y allí fuimos todos [...] yo
hacía un artículo y una historieta semanales.
Durante los años de la guerra civil española dirigió la revista
La Ametralladora, de carácter humorístico y que se realizaba y
publicaba en Valladolid: sus trabajos los firmaba con el
seudónimo Lilo. En 1942 fundó la revista La Codorniz, a la que
dirigió hasta 1946. Esta publicación periódica alcanzó un éxito
excepcional: en ella colaboraron los mejores humoristas,
gráficos y literarios, de ese tiempo y constituye un capítulo de singular
importancia en la historia del humorismo español. Sobre su propósito,
carácter y espíritu el mismo Mihura dijo:
Yo recuerdo que La Codorniz nació para tener una actitud sonriente ante la
vida; para quitarle importancia a las cosas; para tomarle el pelo a la gente
que veía la vida demasiado en serio, para acabar con los cascarrabias; para
reírse del tópico y del lugar común; para inventar un mundo nuevo, irreal y
fantástico y hacer que la gente olvidase el mundo incómodo y desagradable
en que vivía. Para decir a nuestros lectores: «No se preocupen ustedes de
que el mundo esté hecho un asco. Una serie de tipos de mal humor lo han
estropeado con sus críticas, con sus discursos, con sus violencias.Y ya no tiene remedio. Vamos a olvidarlo y a procurar no enredarlo
más. Y aquí, reunidos, mientras la gente discute y se mata, nosotros, en un
mundo aparte, vamos a hablar de las mariposas, de las ranas, de los
gitanos, de la luna y de las hormigas. Y nos vamos a reír de los señores
serios y barbudos que siempre están dando la lata y buscándole los pies al
gato». Y por eso los señores barbudos los dibujaba Herreros dentro de los
bolsillos de sus protagonistas, allí arrinconados, a punto de morir de asfixia.
Pero en la personalidad de Miguel Mihura sobresale ante todo,
de manera eminente, el autor teatral. Su primera y acaso mejor
comedia, Tres sombreros de copa, la escribió en 1932, aunque
no la estrenaría hasta veinte años después, el 24 de noviembre
de 1952, en el teatro Español de Madrid, cuando ya había
estrenado, en 1939, ¡Viva lo imposible! o el contador de estrellas, escrita en
colaboración con Joaquín Calvo Sotelo; Ni pobre ni rico, sino todo lo
contrario, en colaboración con Tono, en 1943; y El caso de la mujer
asesinadita, en colaboración con Álvaro de Laiglesia, en 1946. Los
componentes esenciales de su arte de comediógrafo —humor, gracia e
ingenio singulares en el diálogo, soterrada emoción, visión comprensiva y
aun bondadosa de sus personajes, anticipación del teatro del absurdo— se
manifiestan ya en Tres sombreros de copa, obra que obtuvo el Premio
Nacional de Teatro 1952-1953. Otras destacadas comedias suyas son: El
caso de la señora estupenda, A media luz los tres, El caso del señor vestido
de violeta, Sublime decisión, Melocotón en almíbar, Maribel y la extraña
familia (Premio Nacional de Teatro 1959-1960), Ninette y un señor de
Murcia, La decente (Premio «Espinosa y Cortina» de la Real Academia
Española), Sólo el amor y la luna traen fortuna, ésta la última que estrenó,
el 10 de septiembre de 1968, en el madrileño Teatro de la Comedia.
Fue autor asimismo, solo o en colaboración, de los guiones de numerosas
películas, algunas tan destacadas como La hija del penal (dirigida por E.
Maroto), Boda en el infierno (dirigida por Tony Román), La calle sin sol
(dirigida por Rafael Gil), La corona negra (dirigida por Luis Saslawski),
Bienvenido, Mr. Marshall (dirigida por Luis García Berlanga), etc.
Su libro Mis memorias lo es de imaginación y fantasía antes que de
realidad o evocación y da testimonio del humor personalísimo de su autor.
Miguel Mihura fue elegido, en 1976, para ocupar el sillón K de la Real
Academia Española de la Lengua, pero no llegó a leer el discurso de ingreso.
TRES SOMBREROS DE COPA
Tres sombreros de copa es una comedia de Miguel Mihura, escrita en 1932
y estrenada veinte años después, que está considerada como una de las
obras maestras del teatro humorístico.
Esta obra supone, por su originalidad, una ruptura completa con el teatro
cómico anterior. La asociación inverosímil de situaciones, los diálogos poco
lógicos y los juegos lingüísticos la aproximan al teatro vanguardista de
Samuel Beckett o Ionesco. Tres sombreros de copa desarrolla el tema de la
libertad alcanzada y perdida.
En 1931 se instaura la República. En 1936 empieza la Guerra Civil. Europa
se dispone a iniciar la II Guerra Mundial. En 1947 Miguel Mihura publica
Tres Sombreros de copa representándose por primera vez en 1952 y
recibiendo una buena acogida por parte del público.
Los hechos sociales que se acaban de comentar hacen preguntarse al autor
el límite de la crueldad humana. Por ello decide escribir Tres sombreros de
copa, con el fin de burlarse de todo ello mediante un humor absurdo. Pese a
la gran aceptación en su estreno, el humor de Tres sombreros de copa no
goza en la actualidad de una aceptación ética pues en repetidas ocasiones
las críticas van dirigidas a Buby, el único personaje negro de la novela. A
veces se le trata como un ser no humano aunque hay que tener en cuenta
que todo ello forma parte de este humor absurdo.
ESTRUCTURA:
Miguel Mihura recurre para la composición de esta obra a las normas del
teatro clásico: unidad de acciones, de tiempo y de espacio. La acción se
estructura en tres actos que corresponden al esquema tradicional:
planteamiento, nudo y desenlace.
El acto I supone un planteamiento de la acción. En él se nos presenta a los
personajes protagonistas y el conflicto en que viven. Se basa en la ficción
que despliegan unos y otros.
El acto II presenta el conflicto como tal: el nudo. Mostrará
la experiencia de Dionisio en ese otro mundo en que ha
ingresado de la mano de Paula (de ilusión, fantasía y
absurdo). Entre el primer y segundo acto trascurren dos
horas para que dentro de ese espacio se transforme
radicalmente el ambiente. Cuando Dionisio se decide y se
integra en el mundo recién descubierto, unos golpes en la
puerta le hacen volver a la realidad. Este paso entre el segundo y tercer
acto sólo dura un minuto.
Mihura concluye el tercer acto con el desenlace, con la vuelta
de todo a su orden, dejando a Dionisio aplastado por sistema
encarnado por Don Sacramento (“pensé salir de aquí hacia el
camino de la felicidad y voy a salir por el camino de la ñoñería
y la hiperclorhidria). La acción se va a desarrollar en una noche y en un
único escenario, la habitación de un hotel de segundo orden: “Ésta es la
única noche que pasaré sólo en la habitación de un hotel...” Dionisio
concreta aún más el tiempo (“Las once y cuarto. Quedan apenas nueve
horas...”). En su opinión es una noche que sobra. Este planteamiento del
tiempo y la utilización del espacio son fundamentales para el desarrollo de
la intriga.
SIMBOLOGÍA:
Esta obra está llena de simbología y connotaciones. La acción sucede
siempre en una "ciudad europea de segundo orden". Y en gran parte en un
hotel en el que se encuentran varios personajes que se disponen a
participar en un festival circense de la misma ciudad. Algunos de esos
elementos simbólicos son:El teléfono: es la única forma de comunicación entre Dionisio y su amada.
Los cuatro sombreros de copa: uno de ellos es entregado por el suegro;
el otro es el del mundo absurdo, el del circo; el tercer es con el que hace
malabares y finalmente el de la prometida, Margarita.
Las dos puertas de la habitación: en una es por la que aparecen el
suegro y el Odioso Señor, ambos pertenecientes al mundo de la burguesía.
La otra es por la que entran los personajes del circo y que representan el
mundo de la farándula y la bohemia.
La ventana: es el símbolo de la libertad de Dionisio.
Las tres luces del puerto simbolizan las tres personas importantes en su
vida: el suegro, Margarita (su amada) y Paula (la chica del circo) cuyo color
de luz es el rojo (que denota diferencia de las otras dos el suegro y su
amada), ambos burgueses.
MIGUEL MIHURA EN EL CINE:
El infierno del cine, por Eduardo Rodríguez Merchán
En 1962, el genial dramaturgo Miguel Mihura escribe con
su habitual y acerada ironía sobre su definitivo adiós al
mundo del celuloide: “... cuando yo me aburrí del cine o el
cine se aburrió de mí, ya que estas cosas no se sabe
nunca cómo se producen”. Se cierra así una prolífica etapa
cinematográfica de casi treinta años que algunos hemos
definido –azuzados por los sentimientos del autor teatral– como de
“infernal”. El cine, pese a ser una de las fuentes esenciales de la economía
personal de Mihura y la pasión vital de su hermano Jerónimo, no fue para el
autor madrileño, también dibujante y humorista, un mundo en el que se
sintiera a gusto: “En el cine todo el mundo opina y me cansé del cine”.
En el periodo en que se van a estrenar Las
entretenidas, La bella Dorotea o Ninette y un señor de
Murcia, Mihura ya es uno de los hitos del teatro
comercial español y uno de los más reputados
guionistas del cine español de los años cuarenta y cincuenta. Lejos quedan
ya unos comienzos meramente alimenticios como adaptador de diálogos
para el doblaje de películas americanas, como eficaz, sugerente y rompedor
dialoguista en los vanguardistas cortometrajes de Eduardo García Maroto
durante los años treinta (Una de fieras..., Una de miedo, Y ahora,... una de
ladrones), o como creador de un nuevo lenguaje –que ahora llamaríamos
“codornicesco” y que marca una feliz etapa en el cine español anterior a la
Guerra Civil.
Lejos queda también su participación en algunas olvidables películas de la
oscura postguerra o como inventor –junto con su entonces inseparable
Antonio de Lara “Tono”– de arriesgados y experimentales juegos con el
doblaje en los que se cambian los diálogos originales de una opereta
alemana para convertirla en una disparatada comedia casi surrealista para
regocijo de un público todavía muy ingenuo en los aspectos de la utilización
del sonido cinematográfico (Un bigote para dos, 1940).
Pese a lo que se podría pensar en la actualidad fue el cine –bastante antes
que el teatro– quien reconoce y valora el talento humorístico y renovador
de Miguel Mihura. Reclamado por los mejores directores como guionista,
dialoguista o argumentista, el entonces frustrado dramaturgo dedica buena
parte de su tiempo durante las décadas del más duro franquismo a su
actividad cinematográfica. Buena prueba de ello serán los magníficos
guiones de La calle sin sol (1948), para Rafael Gil, una historia policíaca
influida por el realismo poético francés con excelentes hallazgos narrativos,
pese a su ingenuo final; o el extraordinario y muy personal Mi adorado Juan
(1949), rodado por su hermano Jerónimo y recreado posteriormente para
ser estrenada en las tablas del teatro de la Comedia en 1956. En ambas
demuestra un oficio y una sabiduría cinematográficos que resultaban muy
difíciles de encontrar en el cine de ese momento.
De la misma forma que -tal como hemos
defendido siempre Fernando Lara y quien escribe –Mihura
pone su inmensa profesionalidad al servicio de dos
jóvenes talentos que van a revolucionar el cine español
de los años 50. Me refiero a su esencial participación en la
versión definitiva del guión de Bienvenido, Míster Marshall (1953), escrito
en colaboración con J. A. Bardem y Luis G. Berlanga, película
magistralmente dirigida por éste último y con toda seguridad una de las
obras más decisivas de la historia de nuestro cine.
Si el teatro español reconoce hoy día, en el centenario de su nacimiento, la
figura de un excelso dramaturgo, capaz de revolucionar el lenguaje teatral
al mismo tiempo que escribe sus más comerciales obras para el teatro
burgués, nuestro cine –o al menos aquellos que nos dedicamos a su
estudio– debemos reconocer para Mihura también un lugar especialmente
destacado entre sus más talentosos creadores.
SOBRE EL AUTOR EN LA WEB:
Recopilación de recursos sobre el autor:
http://www.planlectura.es/recursos/aniversarios/mihura/enlaces.htm
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