Bipedestación humana por Eudald Carbonell
La cuestión sobre cuando empezó la bipedestación en los homininos es un clásico en las discusiones científicas sobre evolución humana. Cuando de joven estudiaba en la universidad, en los años 70 del siglo pasado, se asociaba la bipedestación con el uso de herramientas por parte del género Homo. Por lo tanto, se la relacionaba con la emergencia de la tecnología en piedra, puesto que normalmente para fabricar un instrumento hacen falta las dos manos, es decir, las partes dístales de las extremidades superiores han de estar libres para ejecutar los movimientos de golpeo secuencial, encaminados a obtener una morfología determinada, para su uso posterior.
Después de años de trabajo paleontológico, los diferentes estudios morfológicos sobre elementos de las extremidades en primates homínidos han permitido llegar a la conclusión de que esto no era así, que ya se bipedestaba mucho antes de hacer herramientas sobre piedra. Estos estudios anatómicos nos dieron la pista para detectar empíricamente una actividad biomecánica relacionada con la bipedestación. El descubrimiento de las pisadas fosilizadas de Laetoli (Tanzania) de 3,2 millones de años de antigüedad, y más parecidas a las de especies del género Homo, abrieron la puerta a la contrastación de la existencia de la posición erecta en un período muy antiguo, se podía concluir que el Australophitecus afarensis ya caminaba erguido. Es decir, antes de que existiera la tecnología de la piedra, la posición erecta ya estaba consolidada.
Actualmente sabemos que la bipedestación representó una adquisición importante para que los homininos se adaptaran más tarde, y como consecuencia del cambio climático, a la sabana, obteniendo así mayor visión a lo lejos, disminuyendo la captura de calor y favoreciendo el posible transporte con las extremidades superiores ya liberadas, etc.
Ahora, con el descubrimiento del cuarto metatarso del pie deAustralophitecus afarensis, publicado recientemente en Science bajo el título “Complete fourth metatarsal and Arches in the foot ofAustralopithecus afarensis”, por los investigadores Carol V. Ward, William H. Kimbel y Donald C. Johanson, podemos afirmar que la morfología de nuestro pie ya estaba organizada y preparada para caminar y correr sin problemas y con gran eficiencia, hace como mínimo 3,2 millones de años, según se ha podido concluir del estudio del metatarso que vemos en la imagen de Science. Los estudios de autópodos pueden suministrarnos una información biomecánica fundamental para entender la evolución de los homininos.
Queda claro que la forma arqueada que presenta este taxón es muy parecida a la nuestra, se trata de una morfología adaptada para correr y explica una posición erecta consolidada y actual ya a finales del Plioceno. El descubrimiento realizado en esta área en los yacimientos de Hadar en Etiopia ha proporcionado desde su descubrimiento restos de al menos 250 homininos, pertenecientes a distintos géneros y especies. Una vez más, estos hallazgos nos aportan información de un resto esquelético clave para entender la biomecánica de los autralopitecinos
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