
Ambos heredan la concepción dinámica, propia de Heráclito, de la realidad. Tanto para Ortega como para Nietzsche la vida, como realidad última, se caracteriza por el devenir, el cambio, la evolución. La realidad está sometida a la historia.
A pesar de lo dicho en el punto anterior los dos tienen una idea diferente del tiempo. Mientras que para Ortega el tiempo solo puede ser entendido de un modo lineal, en el cual los acontecimientos pasados son irrepetibles, para Nietzsche el tiempo es entendido de una manera cíclica como Eterno Retorno. Para él todos los acontecimientos pasados, presentes y futuros están condenados a repetirse eternamente.
Los dos tienen una consideración parecida de la vida como proyecto. El superhombre (artista trágico) para Nietzsche y el hombre con existencia auténtica para Ortega son aquellos construyen su vida creativamente y haciendo uso de su libertad.Aunque los dos vivieron en contextos diferentes -la Alemania de la segunda mitad del siglo XX y la España de la primera mitad del XX-, hicieron un análisis muy profundo y crítico de la época en las que le tocó vivir. Nietzsche de la decadencia de la cultura occidental y Ortega de la crisis que vivía España
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